Misericordia para madres en depresión
La semana que pasé en el hospital psiquiátrico no me pareció misericordia en ese momento, pero la bondad que Dios me dio allí llevó mi corazón a la paz y al arrepentimiento (Rom. 2:4). No tenía que estar libre de depresión antes de poder vivir para la gloria de Dios. La vida sin pecado y el sacrificio perfecto de Cristo me liberaron de la carga insoportable de ser perfecta en mí misma. Puesto que Jesús obedeció la voluntad de Dios hasta la muerte, yo podía morir a mi deseo de un alivio rápido y vivir para caminar por fe, un pequeño paso a la vez.